31/1/09

Nunca, tú, en el mar...

Hablar de amor, hablar del mar. Sinonimia sin durares, al azar que un viejo loco como yo podría disfrutar. ¿Es dolor o es el viento que me manda Dios? Escucho tu grito, grito silencioso de bebé podrido en el vientre más cálido y perfecto, sí... tu vientre. El vientre de Dios.
De qué serviría el cielo, si sin ti no habría mar. Le reclamo a mi consciencia, por qué te hablo de esta manera tan del momento, tan romántiquera, ¡TAN FALSA! Esto es para los jóvenes nóveles, o los viejos solitarios. ¿De cuáles seré yo? ¡Odiaría saber que la respuesta es la primera, aunque la segunda también! Te odio, porque como el mar eres siempre salada, y no por tu suerte; sino por tu gracia y el sabor de tu piel blanca. Aunque tus pechos, serían como las islas en las que morí por ti, realmente dulces... y no por la leche.

24/1/09

Perderme en la mar.

Al mar me metí
Nadé sin saber hacerlo
Me perdí.

De él huyo porque me va a llevar
Y me perdí.

El mar me arrastra y no me deja escapar.

Me tiré otra vez en el mar
y aún me sigo perdiendo.



15/1/09

Sal.


Llevé a hermosa a la costa. Buscamos la playa más vacía de todas y el horizonte más horizonte de todos. El sol naranja acariciaba el rostro de hermosa, manoseaba su cuerpo e inspiraba a nuestras mentes. El calor era un puñete con silenciador… “Al mar” dijo. El momento era bello. Ella, seductora y maliciosa se despojó de sus últimas prendas, las prendas sobrevivientes de una recatada hermosa. Caminó hacia el bello mar y empezó a sumergirse, bella. “Siento a la felicidad” decía “siento al sol… la sal… el… excremento” ohh… el bello mar de nuestra bella Lima.

11/1/09

La máquina del tiempo

Pies descalzos. Las piedras suenan. Tengo doce años, espero el sol cansado. Aún contempla la tierra de muy alto. Tiene miedo de tocar el agua porque puede que esté muy fría. Mis pies se hunden en las piedras. Algunas, las más pequeñas, cortan la piel y raspan mis dedos. Crujen las piedras. El sol entonces toca muy suavemente el horizonte, mira el mar y un sonido agudo despeina mi cabeza. El cielo es rojo ahora. El sol me está mirando. A mí. Me está hablando, pero no escucho. Las piedras me seducen. Me hunden y me arrastran hacia el mar. Mi madre no está. Debe estar buscando piedras. Sólo rebotan las lisas, las que están lejos de la orilla. El sol naranja quema mis cabellos. Mi frente hierve. Me desnudo. Mis botones se quiebran, mi camisa vuela, mis pantalones caen. Bebo el aire salado que me ofrecen. Helado. Entran primero mis pies y luego mi pecho. Mi cabeza permanece un momento más mirando el sol que grita desesperado. Grita que huya. Ya lo entiendo. Volteo. Mi madre corre mientras tira las piedras de sus manos. Y mi cabeza se hunde.

Abro los ojos. Nada tiene sentido. No hay arriba ni abajo. Ni luz. Nada está seco, ni mojado. Sólo el silencio me rodea. Y no puedo moverme.

Pasan algunas horas. Siento que mis párpados se encogen. Los dientes me duelen. Ahora aparece un brillo blanco a los lejos. El sol danza sobre las olas. Mi cuerpo pesa tanto. El mar me arrastra hasta la orilla. Carga mis brazos y mis débiles piernas. Salgo del mar como espuma. Tengo ciento diez años. Mi madre no está. Conozco el camino a casa. Llego. Ya no están mis hermanos ni hermanas, ni sus hijos, ni sus nietos. Ese niño se parece tanto a mi padre. Su madre sabe quién soy. Nunca regresé. Luego fue mi madre y luego mis hermanos, y luego sus hijos buscándolos a ellos. Yo no sé cuándo salndrán del mar. Ni cuántos años tendrán. Sólo los espero. Y luego de estos cuatro años que han pasado desde que volví, no sé si llegaré a verlos de nuevo. Pero sólo dejaré que el mar me seduzca de nuevo, que las piedras me tienten y que el sol me lo advierta.

7/1/09

Sueños de verano

Sueño con tu risa junto a la mia...
tus caricias que alimentan mis deseos
y el mar que suavmente nos moja
y nos empapa la ropa.
Tranquilamente voy aferrandome a tu pecho
y las olas nos invitan en su fuerza
en su intensidad
en su inmensidad
en su aroma
en su brisa,
somos uno en el silencio
somos uno con un te quiero
en la cálida tarde de verano
donde solo sirve de pretexto
darse un chapuzon,
tu y yo sabemos
los secretos que el mar tiene adentro
donde esa tarde de verano
tu aroma fue mio
y mi piel,tan tuya.

5/1/09

Mecedora de muerte


El mar acuna cuerpos sin vida
y los devuelve cuando no le pertenece.
El mar reclama su cuota de vida cuando matan a sus hijos.



2/1/09

Gritos femeninos, sacarmo masculino malintencionado, ladridos.
Aquel oleaje mecía como una canción de cuna su cabello,
seducían su mente con la idea de perfección sin saber que no habría oportunidad de redención.












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